De la misma manera que existió conflicto cuando hubo quienes pensaron que no se debería continuar cantando las canciones de esclavos, también surgieron quienes pensaron que no se deberían continuar componiendo canciones siguiendo esa tradición.
Afortunadamente nadie les hizo caso. Porque los primeros años del siglo XX fueron de una creatividad realmente prolífica en lo que respecta a la creación de nuevas formas de alabar a Dios. De esta manera surgieron aparecieron compositores, en su mayoría de piel negra, aunque también se les sumó alguno de piel blanca, que comenzaron a crear obras realmente hermosas y cuya interpretación, con arreglos o sin ellos, continúan interpretándose 100 años después, sencillamente porque continúan siendo completamente de actualidad.
El problema que tuvieron que afrontar estos compositores fue que en aquellos tiempos no existía una industria de la publicación musical, al menos en lo que se refería a canciones destinadas a ser cantadas en la iglesia, y menos todavía entre la población negra.
La única organización existente a lo ancho de los EEUU que pudo darse cuenta del inmenso tesoro que podía escapárseles de entre los dedos fue la Convención Nacional Baptista. Debemos recordar que entre los cristianos protestantes, mayoritarios en los EEUU, existe una enorme diversidad de confesiones: evangélicos, luteranos, episcopalianos, baptistas, metodistas, presbiterianos... y cada una de ellas carece de una jerarquía formalmente establecida como ocurre en la Iglesia Católica. Afortunadamente, para el caso que nos ocupa, prácticamente todas tiene una "jerarquía informal". Y en el caso de los baptistas, confesión mayoritaria entre la población negra de los EEUU, esta era la Convención Nacional Baptista.
Fue este organismo el que identificó en 1921 la necesidad de recopilar las obras principales que se utilizaban para los servicios religiosos y reunirlas en una obra única primeramente, como dice el propio libro, como tributo a Cristo.
De esta manera lograron dos grandes resultados:
Desde este momento, todo el mundo supo como denominar a esta música de alabanza a Dios dentro de la Fe cristiana: Góspel. |
Como curiosidad final, el problema de los nombres se resolvió de hecho al revés que como yo os lo he contado en este blog, ya que "The Book of the American Negro Spirituals" no se publicó hasta 1925, mientras que "Gospel Pearls", como hemos dicho lo fue en 1921. Pero espero que esta alteración haya contribuido a mejorar el entendimiento del cómo y por qué suceden las cosas.
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